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OBEDIENTE

OBEDIENTE Las mañanas se deslizan por el tobogán de las obligaciones y, cuando la decisión de poner los pies en el suelo toma tierra, ya todo impulsa al espacio siguiente, al tiempo que le sucede.

También las tardes andan con un mecanismo que algún día, olvidado, le imprimí y su fin es una cama de excusas que espera no tener que dar cuentas de los sueños que no tiene.

El cuerpo no quiere acompañarme y se mueve ágil, seguro, ligero. Los labios siempre dispuestos a decir lo que otros quieren escuchar
O a sonreir

Así soy
Y no me resigno
Quiero buscarme, si existo, o confirmar como Adriano:

«Almica que me huye tan delgada,

vieja amiga del cuerpo en que vivía,

¿a qué lugar ahora está llamada,

paliducha, desnuda, tan helada

tú, que aún ayer fundabas mi alegría?»

Porque el alma se nos va yendo cuando el amor no lo ocupa

2 comentarios

Anónimo -

¿Qué te pasa, rubia?

Anónimo -

Oye. Qué buenos son los aires de la sierra Morena...
ya, ya me callo, ya me callo.