Babia
Falta poco para acabar el curso y menos para que mi paciencia llegue al límite, así que esta mañana decidí quedarme en la blogosfera un ratito antes de ir al cursillo.
Naturalmente llegué tarde y me senté al lado de un señor mayor que cuando el profesor dejó caer algo sobre los alumnos que estaban en Babia repitió con sonrisa enigmática:
-Va Vía.
Suficiente para despertar mi curiosidad que inmediatamente quedó satisfecha con la anécdota de francos y otros forasteros que cuando pasaban por el Camino de Santiago preguntaban a los lugareños que contestaban en el inglés comercial de aquella época, que si, que iban bien por allí.
Y ya puestos me contó que era de Estébanez, en las proximidades de Astorga y recordé un viaje de cocidito Maragato en Castrillo de los Polvazares en casa de Maruja, pueblos fantasmales como Foncebadón en cuyo altar mayor estaba el pesebre del vaquero que quedaba en el pueblo, una Ponferrada templaria que nos introdujo en el Bierzo llegando a Compludo donde el paraje de la herrería te anegaba de agua al igual que a la fragua.
Conocimos, comiendo cecina, a un chico de extroversión patológica pero al que agradeceré toda mi vida que nos indicara una ruta hacia Piornedo que pasaba por el Valle de Tejedo del Sil donde estaban sacando patatas de una tierra negra de textura y olor realmente indescriptibles. Hay que ir allí, sentirlo, y ver como se aleja mientras te adentras en la Sierra de los Ancares.
Me acordaba de una frase de Neruda en el prólogo de sus memorias en donde afirmaba después de describirlo con pasión infinita:
Quien no conoce el bosque chileno, no conoce este planeta
Como veis buen provecho y anarquía este cursillo de julio (por si me espían)
Camino de SantiagoCamino de Santiago
Naturalmente llegué tarde y me senté al lado de un señor mayor que cuando el profesor dejó caer algo sobre los alumnos que estaban en Babia repitió con sonrisa enigmática:
-Va Vía.
Suficiente para despertar mi curiosidad que inmediatamente quedó satisfecha con la anécdota de francos y otros forasteros que cuando pasaban por el Camino de Santiago preguntaban a los lugareños que contestaban en el inglés comercial de aquella época, que si, que iban bien por allí.
Y ya puestos me contó que era de Estébanez, en las proximidades de Astorga y recordé un viaje de cocidito Maragato en Castrillo de los Polvazares en casa de Maruja, pueblos fantasmales como Foncebadón en cuyo altar mayor estaba el pesebre del vaquero que quedaba en el pueblo, una Ponferrada templaria que nos introdujo en el Bierzo llegando a Compludo donde el paraje de la herrería te anegaba de agua al igual que a la fragua.
Conocimos, comiendo cecina, a un chico de extroversión patológica pero al que agradeceré toda mi vida que nos indicara una ruta hacia Piornedo que pasaba por el Valle de Tejedo del Sil donde estaban sacando patatas de una tierra negra de textura y olor realmente indescriptibles. Hay que ir allí, sentirlo, y ver como se aleja mientras te adentras en la Sierra de los Ancares.
Me acordaba de una frase de Neruda en el prólogo de sus memorias en donde afirmaba después de describirlo con pasión infinita:
Quien no conoce el bosque chileno, no conoce este planeta
Como veis buen provecho y anarquía este cursillo de julio (por si me espían)
Camino de SantiagoCamino de Santiago