Quitapenas
No, no voy a escribir del vino ni del prozac ni de ninguna ayuda exógena sino de la compulsa con la que estoy matando el gusanillo de la ansiedad.
Y es que no aprendo a dosificarme, soy un deroche de energía y quiero aprender a vender caro el octanaje que reparto de gratis y... como no creo que lo consiga hago encaje de bolillos a lo que la maestra de mi abuela, Cándida García, ya le daba el terapéutico nombre del quitapenas.
Mientras mis deditos ágiles hacen moverse la trama de los hilos, veo y siento aparecer al ritmo de la parsimonia medicinal con la que me curo, la obra de arte que me lleva siempre a preferir a la tranquila mujer habilis frente a la jilipoyas mujer sapiens sapiens.
He dicho.
Y me he quedado descansando.
Lo de la parsimonia es para que lo enlacéis si os gusta
Y es que no aprendo a dosificarme, soy un deroche de energía y quiero aprender a vender caro el octanaje que reparto de gratis y... como no creo que lo consiga hago encaje de bolillos a lo que la maestra de mi abuela, Cándida García, ya le daba el terapéutico nombre del quitapenas.
Mientras mis deditos ágiles hacen moverse la trama de los hilos, veo y siento aparecer al ritmo de la parsimonia medicinal con la que me curo, la obra de arte que me lleva siempre a preferir a la tranquila mujer habilis frente a la jilipoyas mujer sapiens sapiens.
He dicho.
Y me he quedado descansando.
Lo de la parsimonia es para que lo enlacéis si os gusta